Si la noche no fuera tan cobarde
nos daría la mano sin los dedos oprimidos.
Cuatro por mil
y mil por ciento
de sonrisas y esperanzas;
cruel frontera de las mentes dormidas.
Sueños ¿qué sueños?
Absurdas ilusiones,
perezosas bocas que no besan
que no hablan,
que no mastican siquiera, los instantes de placer;
de lento placer, patinado de sencillas palabras.
No puedo soportar la ausencia de luz,
la oscuridad esconde
la vergüenza,
el dolor,
el lamento que se escucha en los cansancios.
Sin embargo me envuelvo en ti
y advierto, en tu niebla,
la ventana abierta al desvarío de las sombras.
Basta ya de sinsabores,
de cobardes dudas
que guardan las miradas
y los nombres.
Al fin, la cobardía, no es más que huidas de albores y promesas
que seduce con el silencio y el olvido.
¡Vade retro! a las tinieblas
que
envenenan
los sentires
y perturban
los descansos.
Juana Corsina
31/08/09
Del libro: Ángulo muerto